Perdido en el laberinto de su cuerpo, sufre una serie de metamorfosis que van desde extraños vampiros hasta Minotauro cachondos.
Bien sea como Zeus enamorado de Europa o como el Conde Drácula, los personajes de Milano se transforman sutilmente en un capullo hechizado, donde el espectador queda atrapado, mimetizado en un estado de bakcheia.
Y como enseña la mitología griega, el Minotauro cazador de sus ofrendas, deberá tener cuidado de ser casado por Teseo el héroe ateniense.
Esta es la batalla que tiene este joven artista con sus súcubos, donde se encuentra atrapado por su propio cuerpo, que al mismo tiempo usa como modelo para sus dibujos, sumergido en fantasías eróticas de bestias antropomórficas, demonios de sí mismo. Su propia masturbación lo lleva a desgarrar esos deseos carnales para llegar a la divinidad por medio del arte.
Es de esta forma que un prehistórico simio, tal vez un chamán, que invocado por sus ancestros desde las tenebrosas cavernas de ultratumba, regresa a su entorno para dejar lo que ha visto en las cuevas de Lascaux. Desde el instante que el instinto lo ciega, descubre en sus pinturas y herramientas la fuerza que lo hace dueño de su universo, siguiendo el deseo al ritmo del tambor y del humo de sus rituales, donde las sombras bailan al son de sus trazados ancestrales, en el que el brillo de su chispa es su propio ser que ilumina como fuego en mano la llamarada de su propio reino.
La narración que demuestra Ramón, es de su encarnación con esto seres que experimentan dolorosas transformaciones, de sus sentimientos más profundos, por donde brota la lujuria por el arte, la vida misma que sufre el vértigo al verse trasmutada entre los superhéroes locos como Hulk el hombre increíble, que brinca de los refritos de los comics de las viejas mitologías, para refinar su belleza hasta hacerle honor, pagando los daños del mundo moderno que olvida la esencia para vender lo que ya es nuestro y de esta forma rebautizar su legado interno, que plasma en los lienzos más ambiciosos, no por sus enormes tamaños, sino más bien por su fuerza y empeño en lograr la estabilidad y la base del mundo que abre ante nosotros, sin rencores penosos que acompaña el universo oculto.
¡Monstruo de bestias, no! Al parecer os digo, que Teseo ha regresado en el espíritu artístico de Milano y le ha puesto la mirada a la isla de Creta. Su objetivo es volver a Atenas y reclamar su reino. Por eso Milano deslumbra lo que en bandeja de plata dibuja, con viento pero los pies bien puestos, en tierra.
Roberto Giusti
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